domingo, 24 de octubre de 2010

Una Gota en el Mar

La revolución que soñamos sólo es posible si al hablar hacemos un esfuerzo por oírnos. Estamos empeñados en ser protagonistas y por lo tanto queremos que todos nos vean si estamos en televisión o frente a una cámara. Si es en la radio queremos que todos nos oigan, si es en el periódico queremos que todos sepan que nosotros escribimos tal o cual artículo, pero no hacemos ni el mas mínimo esfuerzo por escucharnos los unos a los otros. Qué se nos metió en la cabeza que nos hace pensar por algún extraño motivo que tenemos la razón, son demasiados libros leídos o será tal vez demasiada vida vivida que nos lleva a pensar que tenemos la sabiduría en la palma de la mano y que nos la sabemos todas más una. Hoy más que nunca la revolución nos necesita con “la mente desnuda” de tanta paja ideológica y tanto refrito revolucionario. Hoy la revolución nos reclama ante todo originalidad en el pensamiento y en la forma de actuar. A la revolución que nace, de nada le sirve lo que ya existe, le queda corto. Cómo es que pretendemos alimentar a lo nuevo, a lo que está naciendo, con lo putrefacto, con lo que está muriendo. La analogía perfecta sería dar a luz a una hermosa y bella niña sana, espabilada, súper despierta, inquieta y curiosa, dentro de una morgue rodeada de olor a formol, a muerte, a carne en proceso de descomposición, en fin recibir a la vida con los estertores de la muerte. La morgue en este momento la representan las ideologías, cualquiera que esta sea. Perfectamente podría ser de izquierda, de centro o derecha, como dicen en el cayapo ninguna de ellas nos resuelve el problema planteado en los actuales momentos, porque todas pertenecen a un tiempo que no es el nuestro, todas nos vienen dadas de cuando no habíamos nacido y mucho menos nuestra revolución, más bien todas estas ideologías y refritos lo que hacen es atestarnos el cerebro de corotos y peroles que no nos dejan pensar y ver con mayor claridad lo que ha de venir, porque todo lo vemos por el camino equivocado, lo vemos por donde se supone (porque así lo dicen los libros) la vaina debería ser, pero al final del día nos percatamos que no fue así y que lo que nosotros esperábamos que agarrara por una esquina ya prevista más bien se desvió y ni siquiera nos hizo la cortesía de avisarnos. Porque eso es la revolución una locura que nos despierta a las tres de la mañana a fumarnos un cigarro y pensar qué es lo que pasa. El proceso que nos toca vivir es un gran juego universal que tenemos el lujo de jugar, pero cómo es que vamos a jugar un juego nuevo con las reglas del que dejamos atrás. Por alguna razón que El Cayapo no logra entender, los que están con el proceso creen que cuando todo este peo pase y los contra se queden quietos o por un milagro de la naturaleza entiendan que la revolución es la solución entonces ya el gobierno estará listo para empezar de verdad a gobernar “porque coño, es que no lo dejan gobernar”, y no, vale, la revolución no es eso, la vaina no es que Chávez está rodeado de ladrones, traidores, oportunistas, e infiltrados que no lo dejan gobernar, así no es la vaina, el infiltrado es Chávez que se metió en un sistema que lo detesta, el pana no llegó adonde está porque nos va a dar casa, o trabajo, o para mejorar la economía. ¿O es que acaso Chávez “inventó el capitalismo”? No vale el pana vino a decirnos, el sistema es tal y cual, el mundo como está no va para ninguna parte, él está donde está para desenmascarar un sistema, no para acomodarlo, ni para medio repararlo, ni para crear más empleo. No, él vino a darle un empujón más, un toque técnico, antes de la estocada, o es que quién con dos dedos de frente puede pensar que el sistema capitalista es arreglable, porque el que lo piense no es revolucionario. Revolucionario no es pensar cómo lo arreglamos, revolucionario es inventar uno nuevo que jamás se ha intentado. Ahora resulta que revolucionario es salvar o buscar la forma de salvar al tatarabuelo que tiene tuberculosis, que es paralítico, que es impotente, que usa pañales porque no puede valerse por sí mismo, que hay que alimentarlo porque por sí mismo no se puede alimentar, en vez de buscar la forma de hacer un ser nuevo, aún y a sabiendas de que nosotros como los padres de lo que está por nacer estamos contaminados, porque el sistema que muere y que lleva por tendencia desaparecer, está dentro de nosotros hasta la médula, ese sistema que tanto repudiamos, lo reproducimos y fortalecemos todos los días, y eso debemos entenderlo antes de pretender hacer el nuevo, antes de pensarnos como revolucionarios, y lo otro es dejar de ser necios y pensar que veremos la revolución. Eso no va a pasar jamás, no pasará. Nosotros tan sólo somos una gota de agua en el mar, una célula de un ser y no por eso dejamos de ser importantes. Debemos entender que el camino es largo, jamás veremos su llegada, no por eso debemos dejar de participar en el viaje, ¿o es que acaso lo sabroso de viajar es tan sólo llegar? lo sabroso del viaje es lo que conforma, la salida, el camino, los tropiezos. Nosotros somos el viaje, vamos a gozar el camino revolucionario.

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