domingo, 24 de octubre de 2010

¿Cómo será eso de una Revolución Cultural?

ESTA ES TU CASA

Viajamos a oriente, concretemos, al estado Sucre, en Puerto Santo nos quedamos en una ranchería, llegamos a las 4 de la tarde y a las 5 nos trajeron una bandeja cargada de gruesas arepas y mucho carite frito, con esto toda la risa del mundo y el ofrecimiento de baño y cama para los niños y las mujeres ya que los hombres pueden acomodarse en cualquier lado.

JAMÁS TE ROBARÉ

Es bien entrada la mañana del día siguiente, llega un bote, trae carite, preguntamos a cómo el kilo nos responden que a quinientos bolívares, pedimos un carite, pagamos por dos kilos.

Ese mismo día en la tarde, llega un hombre con una bolsa plástica en la mano con pescado fresco. Pregunta “¿Quiénes compraron el carite esta mañana?” Respondemos que nosotros y el hombre dice “Discurpe mi compai, el carite no costaba 500 era 400, aquí tiene el vuelto y estas postas para que friten.”

LA FELICIDAD DE LOS JUNTOS

Continuando el viaje, nos trasladamos a Los Cachicatos, Golfo de Cariaco, los pescadores pasan y dejan pescado en la puerta de la casa donde estamos. Calan y todo el que esté lleva pescado a la casa, también todos ayudan a calar y aunque usted esté mirando hay preocupación en ellos para que usted lleve pescado.

LAS COSAS SON DEL QUE LAS NECESITA

En Elio al igual que en Manuel, El Pavo y los otros amigos de Chacopatica, el lugar donde nos quedamos, hay una preocupación desinteresada por nuestra estadía. Uno de los carros tiene una falla. Elio va a Cumaná y compra la bobina que se supone el motivo de la falla, la trae y junto con el dueño van a Los Cachicatos que es donde esta el carro dañado, la bobina no es la falla, es un cable desconectado, se corrige, el dueño del carro dice «y ahora que hago con esta bobina que la compré sin necesidad» y Elio le responde “Claro que te sirve, que sabes tú si cuando te vayas, en el camino consigues a alguien accidentado y resulta que es la bobina... bueno, tú se la regalas y resuelves un problema, siempre sirve.”

En Maturín un mecánico nos repara el carro, su preocupación va desde el caucho hasta donde vas a comprar el repuesto. “Mejor yo te llevo, ellos me dan a mí un descuento.” Todo lo acontecido no es en todas partes, a lo mejor ya ni lo es en esos lugares, la cultura civilizatoria lo abarca todo con una velocidad atropellante. La competencia me niega y me obliga a negar, debo ser hiperactivo, proactivo, productivo, procompetitivo, proatracativo, hiperchoro, consumir más y más. Ya no importa nada ni nadie, sobre todo nadie.

DE NIÑOS, ÉTICA, LADRONES, ARTE,

LICRAS Y ABUELAS

¿Cuántos niños de la calle nos ha costado el MACCSI? ¿Cuántos delincuentes los ateneos democráticos? Nadie dijo nada. Cuanto más crecían los museos, los ateneos, las galerías, las orquestas sinfónicas, etcétera, también crecía, y en mayor proporción, la pobreza, pero nadie se preocupaba de la desproporcionalidad abismal, entre estos entes, la comodidad apoltronada de sus pedigüeños administradores y la falta de pintores, músicos, teatreros, bailarines, poetas, en su mayoría convertidos en niños de la calle y abultadores de estadísticas en los partes policiales. Hablamos del 80% de la población venezolana que nunca tuvieron dolientes en el ámbito del arte, porque como dice Gino González, sólo sirvieron para ser pintados, retratados y etc. Los pobres también somos Arte museable.

Los señores del arte, copiadores y avergonzados por culturas foráneas no pueden darse cuenta, porque ellos están inmersos en la cultura de la competencia, del robo, del cuánto hay pa eso. Cada edificio construido deja prebendas, sean comisiones, cargos en embajadas, jugosas jubilaciones y pare usted de contar. Me comparan el de Nueva York con el de Caracas, nadie dice lo del negocio. En esta mina todo fue repartido, los más fuertes se cogieron el oro, el café, el cacao, el petróleo, el hierro, el comercio, los servicios, la política y los menos, los más débiles (entre los que se repartieron) se cogieron el arte, su lamento no es por el arte, porque jamás han sido artistas y como administradores son pésimos, su lamento es porque en su mediocridad rumian el deseo de tener las prebendas de los que dan los coscorronazos.

En los finales de los años 50 te enviaban a la bodega con el dinero envuelto en un papelito donde además se anotaba el mandado, lo entregabas al bodeguero y este te daba los corotos y el papelito con el vuelto adentro. Al regresar a la casa se entregaba el mandado, mamá revisaba todo, si estaba bien, no pasaba nada, pero si faltaba o sobraba dinero, entonces mamá iba con uno hasta la bodega, si faltaba el bodeguero pedía perdón y devolvía apenado el faltante, si era lo contrario mamá entregaba el sobrante y todos contentos.

Que yo recuerde en el pueblo no había museo, ni casa de la cultura, ni ateneo, había un solo pintor y un poeta, muchos músicos y casi todo el mundo era artesano, pero nadie vendía cuadros a nadie, ni poemas y las serenatas, todas eran gratis y en las parrandas sobraban los músicos, ¡pero como eran respetados! En la fiesta, el primer trago, la primera comida era para ellos y ellos al igual que los demás eran carpinteros o albañiles o herreros o agricultores jornaleros o conuqueros. Claro está, yo vivía en un pueblo muy pobre, en el que la necesidad de ostentar no existía, donde se sabía que los dueños de las haciendas robaban y pagaban poco, que los militares robaban y mataban, que los políticos engañaban y robaban pero en el pueblo la gente decía: “pobres pero honrados.”

La ética, la moral, los modos, los usos y costumbres ¿no son una cultura? Cuando se habla de revolución cultural ¿de qué se habla? ¿No fue esta gente elemental y sencilla la que engrosó el 80% de pobreza crítica? ¿Nos indica esto que ya todos robamos?

Si usted cuando muchacho llevaba a su casa un juguete, una prenda o dinero de inmediato le preguntaban ¿quién te lo dio? Si respondías “me lo encontré”, de una vez te decían ¿dónde? Entonces tenías que llevar a papá o a mamá hasta el lugar o a la persona mencionada, de lo contrario tenías asegurada la pela y debías devolver los objetos con previo perdón.

Hoy roban hasta los heladeros, ya somos como los grandes hacendados, los grandes empresarios, los políticos, los sindicalistas, los militares, los académicos, los llamados intelectuales, los artistas, ya somos aspirantes, competitivos, zancadilleros, tramposos, no importa que no hagamos nada bien, que no seamos escritores o pintores o músicos o carpinteros, lo importante es encumbrarse, sean cuales sean los medios, lo importante es el discurso, no importa que sea vacío, si hay que ser nacionalista se es, o vendepatria, globalista, adeco, emeverrista, o copeyano o comunista, o capitalista o religioso. No importa, alguien pagará ese discurso, no hará falta trabajar o morir por él, lo importante es que te paguen jubilación con medalla y orden de primera o última clase incluida.

La abuela, el abuelo era la conexión con un pasado remoto, era el afecto sereno, el patio, las hormigas y las respuestas a las cosas mas sencillas, era el dulce nacido de unas manos, la comida y por encima de todas las cosas, la sabiduría que hacía andar bien a este mundo.

Pero ahora las abuelas son señoras que odian que las llamen abuelas, andan en licras, recargadas de abalorios, perfumes y menjurjes costosos para el engaño de las arrugas, con cien mil operaciones estira cueros y soñando con un pipote de silicona.

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