domingo, 24 de octubre de 2010

La Guerra, una Porno de Embuste

La falta de seriedad de las cadenas televisivas, es una película vendida como porno, donde hay unos besos, unas pantaletas a medio bajar, unas tetas flácidas y un macho de espaldas en interiores. Lo cómico es que la cobran como verdadera. Así mismo ocurre con la declaración de esta guerra, pagamos cara la entrada y sólo vemos una pantalla verde o negra, con unos puntos luminosos destellando, lo demás es imaginación. Eso es estafa, porque si hay que fantasear no cobren, la lógica indica, si pago, es para ver en vivo y directo, el sangrero, los muertos, los gritos, los espachurraos, los llantos; ahora, si no cumplen, es preferible Hollywood, barato y dan la mesada completa de violencia y morbo sin dolor de conciencia; sin recargo adicional.

Pueden argumentar pudor y decencia, pero en programas para niños la violencia es chupeta cotidiana. Desde que tengo uso de razón, siempre ha existido la guerra, con su buena ración de muertos, tuertos, mochos y locos por coñazo; al punto de que la ficción del cine no se da abasto. Como podrán darse cuenta, el reclamo no es contra la guerra, porque nací en la guerra, me crié en la guerra, vivo en la guerra y moriré en la guerra (independientemente de mi cagazón o cobardía, que jamás consultaron a la hora de lanzarme una conflagración encima.) Lo que señalo y convencido de su justeza, es la ausencia de sinceridad de las cadenas televisivas las veinticuatros horas al día. Ofrecen una guerra mundial, léase bien, una guerra mundial, no cualquier enfrentamiento entre la guerrilla colombiana y el gobierno. No es la invasión de Grenada, ni la de Panamá, ni Bahía de Cochinos, ni la tumbada de Allende. No señor, primera guerra mundial del siglo veintiuno, cualquier pelo e tuna, dirigida, nada más y nada menos que por Mr. Bush y Mr. Tony Blair, no el extravagante de Calígula, ni el atarantao de Napoleón primero, ni el fanático de Hitler, ¡¡Nooo caballeros!! Es la flor y nata de la dirigencia mundial, el copito de los representantes máximos del postmodernismo y la globalización, lo granado de la inteligencia, los miamor de la comprensión y la decencia, los adalides de la democracia y la libertad, los defensores de nuestra civilización, los que toda la vida se portaron bien, los veladores insomnes de la moral y las buenas costumbres, los cruzados de la verdad, el sumum de las virtudes que ha parido este mundo. Entonces no entiendo, ¿porqué me quieren engañar con pantallas verdes y destellos luminosos? ¿Es que acaso yo no compro coca-cola y conflei y carro y moto y avión y misil y balas y tanques de guerra y cuanta mierda me venden las 24 horas?

Todo el mundo recuerda la primera y la segunda guerra mundial, unas señoras guerras, de millones de muertos, guerras serias y responsables, ahora no nos pueden salir, con menos, yo quiero ver los muertos, no las estadísticas, ni los actos protocolares, ni los lloriqueos de novelas ni los aplausos del congreso, ni las declaraciones de apoyo de los gobernantes, ni el PGTour, dedicado a Bush, ni el himno en el estadium de los yankis. ¿Dónde están los treinta mil muertos de las torres? No me importa si eran barrenderos, o aseadores, botones, o ascensoristas, negros, o árabes, judíos, o latinos, de Quiriquire o París, no señor. Como espectador, lo que me interesa, son rostros ensangrentados, las patas mochas, los enyesaos; yo quiero ver hasta los sapos muertos en Afganistán, no me estafen, díganme, ¿qué les cuesta? ¿O es verdad que la guerra es una porno de embuste?

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