domingo, 24 de octubre de 2010

Intelectuales: Mercancia que se Traiciona

Carlos Angulo

¿Qué tipo de globalización tenemos hoy? Una globalización neoliberal; así la llamamos muchos de nosotros. ¿Es sostenible? No. ¿Podrá subsistir mucho tiempo? Absolutamente no. ¿Cuestión de siglos? Categóricamente no. ¿Durará sólo décadas? Sí, sólo décadas. Pero más temprano que tarde tendrá que dejar de existir. ¿Cómo se va a producir la transición? No lo sabemos. ¿Mediante amplias revoluciones violentas o grandes guerras? Parece improbable, irracional y suicida. ¿Mediante profundas y catastróficas crisis? Desgraciadamente es lo más probable, casi inevitable, y transcurrirá por muy diversas vías y formas de lucha. ¿Dispone de mucho tiempo la naturaleza, y con ella la especie humana, para sobrevivir la ausencia de un cambio semejante? De muy poco. ¿Quiénes serán los creadores de ese nuevo mundo? Los hombres y mujeres que pueblan nuestro planeta. ¿Cuáles serán las armas esenciales? Las ideas; las conciencias. ¿Quiénes las sembrarán, cultivarán y harán invencibles? Ustedes. ¿Se trata de una utopía, un sueño más entre tantos otros? No, porque es objetivamente inevitable y no existe alternativa. Ya fue soñado no hace tanto tiempo, sólo que tal vez prematuramente. Como dijo el más iluminado de los hijos de esta isla, José Martí: “Los sueños de hoy serán las realidades de mañana.”

FIDEL CASTRO RUZ


La mayor parte de los intelectuales del planeta, tal como ayer Píndaro, se dieron cuenta de esta mina financiera y se incorporaron a la fiesta de la fama, al narciso de los medios de comunicación, a la trascendencia urgente que anhelan los frustrados, como si fueran un mercado más. Vendiendo su alma al nuevo diablo, poniendo precio en oferta a su ética, en el hipermercado de los sentimientos.

Lo que es dudable que no sepan, es que antes ya habían sido formados como mercancía, que se traiciona a sí misma y atenta contra la calidad y la verdad social.

Allí las universidades (¿autónomas?) como pequeñas sucursales del endiosamiento imperial, los amamantaron con antiética. Igual el nuevo Dios los colocó en la taquilla de los bancos, cobrando lo que vendieron. También es difícil ignorar, que ingresaron al staff de mercenarios de la palabra y de la imagen, que se enriquecieron con las caricaturas de la Miseria, con la pantalla amarilla del dolor, ofrendándolos vivos al mecenas del capital. Y se ven posar, con el diploma de la inmortalidad, con el reconocimiento de las corporaciones, el estímulo de los privilegiados y las fotografías en las páginas sociales. Se dan golpes en el pecho, como si inconscientemente se sintieran solos en la cima, diciéndose por mi culpa, por mi grandísima culpa. Continuando así la virtud de Píndaro cantando a los asesinatos en el circo, a Ezra Pound de la mano con los nazis, Octavio Paz arrepentido en su agonía, Vargas Llosa verborreando su fracaso político, y nuestra caterva nacional adulando y rezando por su gloria.

Al parecer, con este siglo, asistimos al inicio de la mayor, decadencia del espíritu y las altas carencias de lo esencial.

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