domingo, 24 de octubre de 2010

Lo que ha de Ocurrir o la Ética de lo Distinto

Los funcionarios no entienden que está ocurriendo la debacle de un sistema de producción. Ellos hablan de corrupción y honestidad sin saber que ambas acciones son parte de un mismo decir. Como gusanos trabajan y se reproducen en el cadáver, desconocen que al final serán mariposas. Todo esfuerzo por arreglar, acomodar, salvar, será inútil.

Lo macro construyó un mundo social incontrolable, en donde la mercancía sustituyó los afectos, al punto de tornarlos mercancía. La gente mercancía se compró y se vendió hasta la saciedad, de allí la molestia, el hastío y el no saber a dónde ir, qué más hacer, porque cada día se requieren de otras emociones consumibles imposibles de producir. El corazón no es una máquina. Ahora estamos detenidos y con más miedo, ignorancia y hambre que los ancestros. Por más planetas que soñemos como mercado, nunca lograremos saciar lo perdido, no hay acumulación que valga para satisfacer las hambres ancestrales, sólo la ignorancia nos conducirá a comernos la semilla y con ello vendrá lo que tanto se ha temido.

Todos estamos pariendo un mundo, lo distinto, lo que no se puede nombrar, ni calificar, ni señalar, sino cuando ya sea.

Todo término como revolución, cambio, transformación; será cuestionado por los hechos, nada es pacífico o violento, es diferente y señalará sus propios hilos y necesidades. Su ética no se corresponderá con nada de lo conocido.

Es cierto que en el pasado, la historia del planeta la signó la lucha de clases, siendo su rasgo distintivo la violencia como sistema señalador del cambio. Pero el hoy nos obliga a rasguñarnos el cerebro, a torcérnoslo, porque se requiere pensar ya no como acumuladores de poder sino como eliminadores de poder, ya no como constructores del mundo preconcebido sino como inventores de lo distinto.

Para muchos, en estos tiempos de nacer y morir, la globalización no pasa de ser un fenómeno al que debemos adaptarnos, así lo repiten como loros los intelectuales, los políticos, los artistas, los llamados comunicadores sociales y hasta se les escucha a los representantes de los medios alternativos, esta flojera para analizar, para comprender, nos viene de la fuerza de la costumbre, la que nos incapacita para dar respuestas apropiadas a lo que ocurre.

¿Qué pasa si la globalización no es otra cosa que la culminación de un proceso?

¿Megafusión empresarial, estado único, pensamiento único, seguridad única, frontera única? ¿No ha sido este el sueño de la cultura occidental, expulsar del planeta, el hambre, el miedo y la ignorancia?

Fue manifestado en el esclavismo, en el feudalismo y ahora también en el capitalismo, pero los resultados son desastrosos, el empobrecimiento es mayor en la tierra, las razones por las que se construyó este macro mundo industrial se han multiplicado, a pesar de las inmensas riquezas producidas, despilfarradas y acumuladas en toda la historia del mundo humano.

El llamado enemigo ahora está dentro de las fronteras, nada justifica las guerras, los sometimientos, las restricciones, las dictaduras y demás formas de dominación, porque ya son una sola, somos todos sometidos a la ley del mercado, Dios todopoderoso, y el hambre, el miedo y la ignorancia elevándose a su enésima potencia. Cada día se derrumban las economías y se paralizan las fuerzas productivas, son evidentes las manifestaciones de millones de seres hastiados de su repetición, cansados de ser siempre los mismos, mientras la ociosidad científica reproduce esta clonación en lo natural.

Los intelectuales de todos los signos e ideologías, se desgañitan como viejas plañideras exigiendo que aceptemos lo establecido, casi como designio divino, mientras nosotros, las mayorías, los que hemos cargado el saco, sin muchas disquisiciones hemos llegado a la conclusión de que todo ha terminado para este sistema, comprendemos que ya no son sus acostumbradas crisis, en donde con una guerra aquí y otra allá, resolvían el problema del aparato productivo. No, sabemos que mover tan inmenso aparato requeriría de otros planetas, no sólo para explotarlos, sino para que compren lo producido, en definitiva esto es imposible.

Los más estúpidos, creen que debemos enfrentar lo muerto, no saben que eso lo hace vivo, pensamos que las orillas son nuestros caminos, el andar en paralelo, el construirse en paralelo, el organizar otra forma de producir en paralelo, es nuestro destino. Hay quienes esperan recetas, fórmulas, caminos expeditos, nada de eso existe, todo tendrá que ser construido, formulado, pensado desde la perspectiva de lo distinto, lo único que tiene cierta certeza, es que debemos hacerlo juntos y en pequeño porque lo macro demostró su inutilidad.

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