La hipocresía bien vestida, bien comida y bien protegida se gasta millones de dólares anuales en cócteles, viajes, comidas y guardaespaldas para discutir cómodamente los problemas de la niñez abandonada, de la infancia esclava. La hipocresía continúa elaborando leyes y donando derechos, mientras se consume el dolor de los burlados.
La hipocresía institucionalizada, crea Fundaciones y ONGs para vivir cómodamente en nombre de los Derechos de los Niños Esclavos.
En nombre de los niños explotados, viven los abogados, trabajadores sociales, sicólogos, sociólogos, intelectuales, artistas, diplomáticos, políticos y una larga caterva de carroñeros que nunca se obligarán a cumplir con el deber de amar, alimentar vestir y guarecer a los niños de este mundo, sin que prive en ellos la vanidad, el orgullo y el miserable interés crematístico.
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