Escritos para Sabernos
Hacia El Primer Encuentro Mundial de Ignorares
domingo, 24 de octubre de 2010
Antes de empezar
Esta Palabra que Sueño
Ramón Mendoza
“Bajo el sistema democrático no es precisamente la policía quien se encarga de neutralizar a los talentos subversivos. Eso lo logran con mayor eficacia los altos organismos y empresas representativas de la cultura y de la Libertad de Pensamiento.
El sistema democrático posee un método de silenciamiento de superior eficacia al de los nazis, y mucho más elegante: consiste en concederle al escritor absoluta libertad para escribir lo que desee y asegurarle a los periódicos la libertad absoluta de no publicárselo. Los ricos de la sociedad democrática no liquidan por la violencia a los humoristas: los compran poniéndolos a recitar en sus sobremesas y permitiéndoles que los tuteen: los corrompen comprometiéndolos por la gratitud».
AQUILES NAZOA.
No ocultaremos la palabra que nos incendia los labios / no detendremos más el fuego que nos obliga a decir / nadie más debe quemarse desde adentro / porque la hora del grito profundo / del verbo vendaval ha llegado.
Me asumo como hechura cósmica, no más importante que el grano de arena o la hoja seca. He llegado para vivir no tengo otra misión. Atento contra todo lo que atenta contra la vida. Abrazo con todos mis poros el sano proyecto de vivir, incluidas todas sus contradicciones. Digo con Luis: “Hoy no es el tiempo para la búsqueda de otro espacio”, no tiene sentido, es la evasión edulcorada, el espacio es único y su marasmo nos asume a todos, entonces a todos corresponde asumir el marasmo. Lo demás es irresponsabilidad con la vida. Asumo la palabra de los hechos, no la palabra del viento la que ya me viene muerta. Mi palabra nace de mi, nadie la pone en mi boca, ahí radica su magia, se entrega plena sin pedir reembolso, no va al garete, de ser así pido me la regañen y la manden de nuevo a mi cuerpo que es su casa, porque ella no es huérfana ni se pone en venta para vivir, tiene quien la represente, no anda realenga: nace de raíz fuerte, se alimenta de mi roja sangre y lo sabe. Mi palabra es exactamente de mi tamaño, ni más ni menos.
Si me miras y comparas no me pidas más de lo que te ofrece mi palabra y de ella puedes estar seguro soy responsable. En mi relación contigo, deseo seas como el árbol, como el río, que me des si así te nace lo que exactamente puedes darme. Quiero para mi que tu palabra sea de tu exacto ser incluyendo los huesos o sobre todo los huesos; de lo contrario no importa, nada me apura, en este tiempo he aprendido que los constantes movimientos del corazón nos conducen a marcharnos de él. Ahora sé que no es detenible el andar ¿Para qué entonces apurar los huesos, si de todas maneras llegaremos?. Es preferible aprovechar cada fluir para ser hermanos de vida de la vida, el suave rocío lo agradecería, es por eso que en ese hacer encontrarás empeñada mi palabra.
La Revolución es un Poema
I
La revolución es un poema que verso a verso elaboran los pueblos. Es un acto del profundo corazón. Nace de un desgarre, de un hondo dolor y cuando camina lo hace en paralelo, no mira hacia atrás ni a ningún punto, sólo se construye a si misma.
II
Algunos piensan, en la confusión del marasmo, que la revolución es tumbar un gobierno, tomar el poder, fusilar a los contrarios, meterlos presos o defender los intereses de tal o cual clase social; después crear un conjunto de leyes para legalizar al nuevo gobierno y ya está, sino es así, la revolución no es y salen corriendo a colocarse del lado que decían combatir. Para otros, la revolución no pasa de ser una simple reforma, en donde se cambian unos funcionarios por otros, se reforman unas leyes, se acomodan en el control del estado y ya está, de no ser así, salen corriendo y se colocan al lado de aquello que decían combatir. Es claro que estos revolucionarios no saben lo que es una revolución, en ambos casos, los apremia el apuro, la necesidad de ser héroes, mártires, conductores, desconocen que el mejor líder, no es aquel que dirige sino el que mejor sirve al colectivo.
III
Las confrontaciones que se muestran con toda intensidad, son las mismas cotidianas expresiones de violencia que produce la lucha de clases. No es nada nuevo, ni mucho menos revolucionario. Lo que produce tanta alharaca, es que uno de los bandos, descubre lo sometido que ha estado, el tanto engaño, la mucha traición, el robo en extremo y lo cara lavada de los diferentes actores de lo evidente. Por otro lado, los que se saben al descubierto, intentan mantener la mentira que ocultan, sus abultados privilegios, en el medio los oportunistas de siempre, de cualquiera de los bandos, que quieren estar bien con dios y con el diablo, dándoselas de inteligentes, de sabios, de solucionadores y lo que son, es, una caterva de bandidos, que viven como los carroñeros, alimentándose de las vísceras de aquellos que construyen la historia.
IV
Los pataleos del moribundo sistema, crean en muchos la ilusión de que las cosas tienen arreglo, de que el Estado puede cambiar, que los empresarios dejarán de robar a los obreros y al Estado, que la corrupción será resuelta con los heroicos honestos, que tarde o temprano serán corruptos, que los partidos corregirán sus errores y no engañarán más al pueblo, que ¡¡la pinga!!, es mejor portarse bien y reformar todas las leyes. En esa borrachera de la esperanza, se abrazan ricos y pobres y durante un tiempo forcejean en la espera, tratando de engañarse mutuamente, hasta que se pierde la esperanza y aparece la revolución.
V
Ya lo hemos dicho, cuando se pierde la esperanza comienza la revolución. Se hace necesario el cuestionamiento de todo el andamiaje productivo, sus relaciones y las instituciones que le sostienen. Es cuando nos apropiamos del hacer y nada es dejado al azar. Es cuando comenzamos colectivamente a producir los versos, a veces rudos, a veces tiernos, a veces limpios, a veces con aristas, es cuando nos desnudamos de todo interés y comprendemos que la revolución es la vida misma que se transforma. Defender una vieja forma es un sin sentido. Lo que ha de morir, naturalmente ocurrirá.
VI
Nada volverá atrás, ningún interés, sea de clase o individual, evitará que se produzca el hecho revolucionario, él ocurre porque la gente se niega al suicidio y buscará soluciones. Es en este momento, cuando los colectivos revolucionarios deben conversar, más allá de la institucionalidad. ¿Cómo debe ser el mundo soñado?, ¿cómo producir sin dañar?, ¿cómo adquirir conocimiento sin alienarse?, ¿cómo estar juntos sin ser sometidos?, ¿cómo jugar sin egos?, ¿cómo no ser superiores, ni mejores, sino ser en comunión?. Pero esta conversa, debe estar ligada con el hacer, único juez posible. Esta conversa, no puede estar dirigida por los estafadores de la palabra sin contenido, sino que debe ser jugosa, cargada del fruto de los haceres, porque ni allí ni en el corazón es posible la traición.